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Las fiestas de fin de año: ¿Ansiedad, estrés y depresión o la oportunidad de festejar?

Como cada año, este también está casi llegando a su fin. Y por lo tanto, otra vez la época de las fiestas de fin de año.

Hay ciertas cosas que ya son tópicos predecibles en estas fechas. Agendas apretadas en el trabajo para dejar todo listo antes de las vacaciones. Terminar exámenes para quienes estudian. Decidir con quién se pasarán las fiestas, si recibir o ir de visita, qué cocinar en cada caso, si hacer regalos y a quién, qué y por cuánto. La ausencia de seres queridos que ya no están por haber muerto o resultado de relaciones rotas. Los balances sobre el año transcurrido y la lista de objetivos para el año por venir, todo en medio de la sensación de que el año pasó volando y el tiempo se nos fue como agua entre los dedos.

Y las fiestas, que deberían ser momentos festivos, suelen terminar siendo para mucha gente más una tortura que un festejo. Al punto que no es poca la gente que dice «odio las fiestas», y siempre que lo dice se refiere a las de fin de año.

Con la intención de que puedas modificar todo lo que por los motivos mencionados hace de estas fechas un mal trago en lugar de una situación festiva, te doy siete consejos que tal vez puedas aprovechar:

1. No pretendas hacer en unos pocos días todo lo que te quedó pendiente en el año que está terminando y generes frustración y estrés con eso.

Lo que aún tenés que hacer, salvo que alguien lo esté esperando, seguirá allí después del 1° de Enero y encontrarás el momento para hacerlo. En definitiva, es sólo cuestión de pasarlo de la lista del año que acaba a la del que comienza.

2. Si lograste ahorrar o bien podés destinar el aguinaldo para tomarte unas merecidas vacaciones, que no terminen siendo vacaciones para descansar de la preparación de las vacaciones.

Prepará todo con tiempo y calma, de modo que no sea otro motivo más de ansiedad y las vacaciones sólo sirvan para descansar de su preparación y no para hacerlo tras el año de trabajo. Planificá los gastos para que no termine siendo un dolor de cabeza más en el año nuevo.

3. Los gastos en comida, regalos y salidas.

No gastes más allá de lo que sabés que está a tu alcance y sin necesidad. Si los tiempos son duros en el sentido financiero, lo son habitualmente para todos. Gastar en grandes regalos para varios puede no estar al alcance del bolsillo familiar y la gente que te quiere no está esperando alguna chuchería de tu parte y, además, está probablemente en tu misma situación. Si no querés recibir regalos que no necesitás, informáselo con tiempo a tus allegados, para no cargar con esas «cosas», que tal vez termines volviendo a regalar a otro, esperando no equivocarte y dársela a quien te la regaló. Dos soluciones habituales para darse el gusto de regalar, son organizarlo como se hace con «el amigo invisible», donde cada uno hace un regalo sólo a una persona, de quien podés averiguar con antelación qué podría gustarle. Eso sí, se necesita alguien que lo organice con tiempo. Otra, que ya muchas familias han adoptado hace tiempo, es regalar sólo a los pequeños. Haciendo un cálculo razonable, te evitarás tanto el estrés de buscar qué comprar en lugares abarrotados de gente, como entrar con un problema nuevo en «la cuesta de Enero».

4. Decidir con quién se pasarán las fiestas, cuando hay familias ensambladas, o bien la familia de uno y otro en las parejas, suele ser un factor más de estrés y ansiedad.

No permitas que les quite la calma ni genere tensión ni peleas. Si es posible, elegí sólo invitar o ir, si sabés que te sentirás a gusto compartiendo con esas personas. Las fiestas ya no son una obligación y muchas personas entienden que otras elijan pasarlo diferente. Siempre hay explicaciones para dar. Un viaje corto, que este año lo pasarás con amigos, o que simplemente querés pasarlo con la familia nuclear. Aprendé a decir no a lo que no te atraiga y tu intuición te indique que no será una ocasión festiva. Si estás solo, siempre habrá familiares o amigos que te incluyan en su mesa. Planteate si es un lugar en el cual realmente querés estar, si preferís participar de una fiesta en un lugar público donde nadie notará si estás solo o acompañado o bien pasarlo en tu casa dándote algún gusto. El tema es cuidarse y pasarlo bien. Conozco a bastante gente que elige pasar las fiestas, sola. Y lo pasa muy a gusto. El que haya habido una pérdida cercana, es tanto un motivo para juntarnos, como para elegir hacer una reunión más pequeña, porque el ánimo, si es la primera fiesta sin ese ser querido, puede no ser el más alegre. En ese caso, lo mejor es estar con aquellas personas que comparten la añoranza por quien ya no está y pueden comprender esos sentimientos y evitar caer en la depresión.

5. Los famosos balances de fin de año pueden resultar a veces en disgusto y autocrítica.

Sé compasivo con vos mismo. Si no pudiste, era porque no podías o tal vez no era la ocasión apropiada o bien eso había que dejarlo pasar, al menos en ese momento. Si es importante, podrás hacerlo más adelante. No te des con un látigo, no tiene sentido y no te lleva a nada bueno. Y en cuanto a los objetivos para el año nuevo, no te propongas cosas imposibles de cumplir para comenzarlo, como por ejemplo: «a las doce en punto fumo el último cigarrillo», o «después del primero comienzo una dieta de 800 calorías diarias». Si te gusta hacer listas de propósitos para el año nuevo, que incluyan los que estén vigentes entre los del año anterior y todos los que se hayan sumado a tus deseos en la vida desde entonces.

6. Cuidá tu salud.

Este punto implica varias cosas: Si no estás conforme con tu imagen actual, no es momento de pensar en eso y dejar de alimentarte o querer ir cinco horas por día al gimnasio. Caminá para relajarte, no sólo haciendo compras. Si sabés que vas a beber y comer mucho, compensalo haciendo un par de días a agua, fruta y verdura tras la fiesta y estarás igual que el día anterior a la misma. Tampoco enloquezcas con qué me pongo. Si te sentís bien por dentro, te verás bien por fuera te pongas lo que te pongas.

7. Todos estos consejos tienen que ver con cuidarte y mantener en lo posible tu salud, tanto física como mental, las cuales son indivisibles.

Tené en cuenta que la realidad la creás vos, desde tus pensamientos, que modifican tus sentimientos, emociones y conductas. «Todo es según el cristal con que se mira», y si cambiás los pensamientos negativos por positivos, te sentirás mucho mejor. Cuidate, querete, se compasivo con vos mismo, respetate, y ofrecé eso mismo a todos los que te rodean. Deseo que estos consejos en este momento de tu vida te sean útiles, que logres tener claros tus deseos y, tener al menos una vez al día, un momento en que te sientas en paz y feliz.


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